Los sentimientos encontrados
que me provocan las redes sociales

Para comenzar quiero afirmar que yo soy completamente analógica. Quienes pasamos los 50, hemos tenido que transitar desde la máquina de escribir hasta la inteligencia artificial. Esta evolución no ha sido nada sencilla, es más, hay muchas personas que se han quedado por el camino.

Doble O: Opresión y Oportunidades

Cuando decidí emprender mi nuevo proyecto profesional, EmpoderatA, supe que uno de los elementos estratégicos que debería incorporar era la activación de redes sociales. Este fue uno de los principales hándicaps a los que me tenía que enfrentar. 

 

 

Siempre he creído en las relaciones reales, en el tú a tú, y en las redes no podía encontrar nada de eso. Además, el anonimato era para mí un grandísimo valor y la huella de internet es imborrable. Se muestra absolutamente todo. Lo cierto y lo que no lo es tanto. 

Diseño sin título - 3

Reconocer la necesidad de ayuda como punto de partida

Comencé por localizar a una profesional que pudiera explicarme la parte operativa de las distintas redes. Nuria, que así se llama, ha sido fundamental para acompañarme en este proceso de lucha titánica frente a mi instinto.

Instagram, Facebook, LinkedIn, YouTube o TikTok pero también aplicaciones como WordPress, Google Analytic, Google My Business,  Metricool y un sinfín de lugares desconocidos para mí. Poco a poco, sosteniendo cada una de mis crisis de fe, he llegado al lugar desde donde observar el mundo de las redes como usuaria de estas.

Un campo de batalla contrario a mis valores

He asistido a espectáculos lamentables con youtubers. Algunas son sentenciadas en lo más personal: El aspecto de sus criaturas o de ellas mismas, el tipo de educación, en qué invierten su dinero, si realizan una alimentación saludable y un largo etcétera. Las personas que siguen esas cuentas se otorgan el derecho a juzgar por el hecho de seguir a alguien. Parece que cuanto mejor le vaya a la creadora de contenidos, más oportunidades tiene de ser destrozada por quienes la ven.

Por otro lado, la amenaza que es mostrar en ella un mundo irreal. Yo diría que es toda una fantasía de filtros, ubicaciones falsas, posturas y cuerpos imposibles, lujo o felicidad. El problema es quien no es capaz de diferenciar la realidad de la ficción. Muchas personas comparan sus vidas con lo que ven y esto les acerca a peligrosos precipicios.

Las oportunidades de las redes

Os prometo que hace un año sería incapaz de localizar ninguna bondad en este mundo. Pero un “Mamá harías muy mal si te bajaras del tren de las redes” hizo que caminara sin valorarla hasta llegar aquí.

En el anonimato de internet hay mucha frustración, pero también mucha soledad y sufrimiento. Solo imaginar que una mujer de un lugar muy lejano puede apoyarse en mis ideas, conocimientos o aportaciones ya merece la pena.

Con las redes puedes llegar a millones de mujeres que buscan lo que tú ofreces o que te dan lo que tú necesitas. Esa gran red de sororidad imposible de crear con los métodos tradicionales. Un lugar donde puedes aprender mucho, donde puedes encontrar las palancas para cambiar, transformarte o despegar.

En las redes tenemos al alcance de cualquiera todo lo necesario para, como diría mi amiga Marta, regar nuestro jardín interior. Acceder a la información se ha democratizado y es accesible para muchas más personas. Acceder a una red de internet, aunque sea pública, nos abre oportunidades. Solo queda establecer nuestros propios criterios de autorregulación para no pasar al lado oscuro. 

Fortalecernos y empoderarnos con lo que descubrimos en las redes sociales es una oportunidad que no debemos perder.