Liderazgo de mujeres
y su gran poder de transformación

A menudo confundimos el poder con el liderazgo, aunque en realidad son conceptos que no siempre van de la mano. En el mundo hay muchas personas que tienen un enorme poder, quizás por su capacidad económica, por tener una gran dosis de suerte o simplemente por herencia. Es indudable que aún en este momento las mujeres no contamos con el mismo poder que cuentan los hombres, puede ser que las habilidades de liderazgo no siempre están presentes en el proceso de alcanzar el poder.

Sin embargo, el liderazgo es algo mucho más objetivo. Hablamos de quienes tienen la capacidad de hacer que un equipo se mueva a su compás, que las personas compren los productos que representa o que genere una confianza total en quien le escucha. El líder o lideresa cuenta con unas cualidades observables pese a que no siempre alcanza el poder.

 

Liderazgo diferencial: distintos modos de liderar

En el ideario colectivo, el líder es quien ejerce el poder, da las órdenes y posee autoridad. ¿Pero de qué liderazgo estamos hablando? Hasta hace muy poco existía, de forma generalizada, un estilo tradicional de liderazgo masculino. En él hay un varón, a quien nadie apenas conoce y que es temido por todo el mundo, un “hombre sin corazón” que ejerce el poder y que en realidad está completamente solo.   

Y pensaréis, no es verdad, hay muchas mujeres liderando espacios de gran relevancia. Cierto, pero a menudo nos encontramos con mujeres que replican esos modelos de liderazgo masculino. Parece que tenemos muy asumido que el único camino “exitoso” es el que han creado y ocupado hasta ahora los hombres.

Afortunadamente, hoy sabemos que las mujeres podemos poner en marcha nuestros propios modelos de dirección de equipos y personas. Lo sabemos nosotras y muchos varones que están al frente de las empresas más innovadoras y modernas. Estas se preocupan por las personas, por su bienestar, por la participación horizontal de sus miembros y por agudizar su sentimiento de pertenencia.

Nosotras debemos mostrarnos muy orgullosas de las aportaciones que hacemos al mundo. La empatía, la gestión de problemas, la visión sistémica de la realidad y un largo etcétera de cualidades socialmente desarrolladas por las mujeres. Algunas no las muestran en la esfera pública, pero sí en el ámbito de la familia.

Liderar para empoderar al resto

Se dice de nosotras que a veces nos proponen puestos a los que decimos que no. Sin embargo,  entre una orilla donde está el liderazgo tradicional y otra en la que hay un estilo en el que no tenemos que sacrificarnos por completo, hay un enorme mar. Claro que muchas mujeres decimos que no a colocarnos en un espacio donde debemos liderar con un modelo nada compatible con nuestros objetivos y valores. Ante este panorama, muchas mujeres decimos “no” a sacrificar nuestra vida personal, nuestro ocio o nuestra conciliación, es algo muy lógico para nosotras. En realidad, también debería ser para los hombres.

Lo cierto es que tenemos que llegar a la otra orilla para transformar los lugares que habitamos, incorporando nosotras también estrategias, valores y objetivos esenciales para nosotras y para el resto del mundo. Un modelo flexible y no la disponibilidad absoluta a lo público, son cuestiones que no han de poner en duda nuestro compromiso con la política, el trabajo o la familia. Debemos alcanzar el liderazgo para poder hacer muchas más cosas a “nuestra manera” y por supuesto, dejar un espacio más amable a las mujeres y hombres que están por venir.

Gracias a todas las valientes, que liderasteis como mujeres aquellos espacios en que yo ahora puedo transitar.