ANTE EL DESGASTE PROFESIONAL
volver a poner el foco

Siempre he dicho que, si volviera a nacer, repetiría. Estudiar trabajo social, dedicarme en cuerpo y alma a las mujeres y trabajar en la iniciativa social. Pero pese a esa convicción, la vida profesional pasa por diferentes etapas. Ver como se tambalean los cimientos puede ser una oportunidad.

 

De la reflexión a la acción

Recuerdo cuando estaba en la Universidad y que solo quería acabar para dedicarme a la práctica de la intervención. Entonces, todo me parecía demasiado teórico y no era capaz de ver la importancia del conocimiento y la reflexión. El origen y la fundamentación de una profesión social se convierte en los pilares sobre los que construir tu historia.

 

Esto es se podría extrapolar a cualquier profesión. Inicias tu primer contrato con la sensación de que muchas de las cosas que has estudiado no sirven para nada. Comienza el proceso de ensayo y error por falta de experiencia. Es lo que deseas con toda la motivación del mundo.

Un largo periodo de equilibrio

Esta es la parte más larga de la carrera. Aprendes, emprendes y te sorprendes. Tienes la sensación de que estás a punto de controlarlo todo. Por fin, te vas a convertir en una gran profesional. Es en ese preciso instante cuando comienzan a aparecer en el horizonte unas nubes, que se acercan, para teñir de gris lo que hasta entonces tenía color.

Es momento en el que haces balance y llevas mil años sin formarte en nada o no lo suficiente. 

 

Llevas mil años sin formarte en nada o no lo suficiente. Sientes que te has convertido, ayudada por el sistema, en una burócrata. Crees que te has apartado de las personas tras una pantalla de ordenador.  Esto y un millón de cosas más que te hacen sentir que no estás en el lugar adecuado. Toca recorrer el camino inverso, tomar tiempo para poner encender las luces y volver a poner el foco.

De la acción a la reflexión

Os comparto algunas de las áreas principales que me han ayudado a volver a enfocar.

Volver al origen, al conocimiento, a ese momento en el que construiste tu vocación. Vas a llegar rápido, entonces visionabas tu futuro con toda claridad. Es como la amistad de la infancia. Vuelves a encontrarte con esas personas muchos años después y parece que no ha pasado el tiempo.

Analizar tus talentos y los caminos que no deseas recorrer. A lo largo de la vida potenciamos nuestras habilidades, identificamos nuestras debilidades y aprendemos a saber decir no a cosas. Se trata de identificar con claridad con que contamos para seguir caminando. Hacer balance clarifica mucho el panorama.

Recuperar el código ético de la profesión. Los valores son sin duda los pilares en los que se sostiene nuestra vida. Estos tienen que estar en consonancia con el área laboral, ya que en él focalizamos al menos un tercio del día. En mi caso la autodeterminación, la aceptación de la persona, la justicia social y la solidaridad lo han marcado todo y en todas las esferas. Pero si tuviera que decidirme por uno, el que me sostiene de pie, es la coherencia profesional.

Con toda esta reflexión hecha, sola o acompañada, te darás cuenta de que ya tienes el foco encendido de nuevo. Esto te indicará el camino a seguir. Puede que el foco te muestre simplemente que la senda es la correcta o quizás tengas que tomas decisiones. Hacer cambios o cambiar de trayecto forma parte de la vida y del ejercicio profesional.

Ahora solo falta identificar el momento adecuado para hacerlo y dar un paso adelante.